[Escribí este microrrelato para un concurso de micros 'micológicos', y fue publicado -bajo seudónimo- en el blog 'Archivos de micología'. Aviso que seguramente el texto sólo tendrá gracia para los aficionados a las setas que conozcan las características de esta especie].
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Ilustración: Albin Schmalfuß, 1897 |
En octubre empezó a sentarme mal la
bebida. Tomar una copa de coñá o un par de vinos significaba ponerme de
inmediato rojo como un tomate y sentir picores por todo el cuerpo. Un sabor
metálico, como de hierro oxidado, me invadía la boca. Me salían ronchas, y
hasta me atacaban la diarrea y la náusea.
Así que no tuve más remedio que dejar el
alcohol. Abandoné para siempre el vino, y el últimamente habitual guiso de
setas de la cena, fue acompañado tan sólo de agua. Mi mujer y mi hija se
alegraron sospechosamente de mi decisión.
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